Comunicar la ciencia es una tarea imprescindible en una sociedad moderna. ¿Qué está pasando en los laboratorios? ¿Cuáles son las lineas de investigación en la física, la química, la bioquímica? ¿Qué sabemos del cerebro humano? ¿Qué pasó antes del big bang? ( …) Preguntas cuyas respuestas (transitorias) deberían estar al alcance de la mayoría de los ciudadanos.
Comunicar la ciencia es una tarea apasionante que requiere algunas capacidades, una buena dosis de habilidad para contextualizar las informaciones y las destrezas propias de quien busca ser escuchado. Comunicar la ciencia puede ser una tarea hecha por científicos, de hecho algunos lo hacen con probada suficiencia, pero ser un científico no es condición suficiente para que pueda comunicar adecuadamente a la sociedad lo que hace (su conocimiento).
Esta labor de intermediación es necesaria y requiere cierta dosis de especialización. En la actualidad hay extraordinarios comunicadores y divulgadores científicos pero su trabajo sigue siendo quijotesco y marginal en relación con el espectro de la información que circula por los medios de comunicación.
Hoy quiero recomendar un libro ameno El ladrón de cerebros de Pere Estupinyà. También quiero dejar un ejemplo de lo que NO debe hacerse si lo que se persigue con la desiganción del 2011 por parte de la UNESCO como el Año de la química es «Aumentar la concienciación y comprensión por parte del gran público de cómo la química puede responder a las necesidades del mundo.» Al ver el mensaje de su directora Irina Bokova queda claro a lo que me refiero cuando hablo de habilidades para la comunicación.