Si cambiamos los carteles de papel por carteles de bytes … el resultado es:
Las cifras son elocuentes. Nuevas prácticas sociales que pueden devenir en emergentes y alternativas formas de producción y organización.
Si cambiamos los carteles de papel por carteles de bytes … el resultado es:
Las cifras son elocuentes. Nuevas prácticas sociales que pueden devenir en emergentes y alternativas formas de producción y organización.
El siguiente estudio presentado por Ofcom (una organización independiente que regula la difusión en el Reino Unido de las telecomunicaciones, televisión, radio y wireless, y también fija y hace cumplir reglas de competencia leal entre las compañías de estas industrias), muestra algunas características importantes sobre el uso de las Redes sociales que paso a destacar:
El rápido crecimiento de estas redes en los últimos años indica que son hoy en día, una tecnología de comunicación relevante para muchas personas:
-La investigación muestra que el 22% de los adultos (mayores 16) y el 49% de los niños entre 8 y 1 años tiene un perfil en alguna red social. Para los adultos, el 49% entre 16 y 24 y decrece con la edad.
-A pesar de que la edad mínima son 13 (14 en Myspace), el 27% de los niños de 8 a 11 años que sabe de la existencia de estos sitios tiene un perfil (y no siempre en redes para niños).
-Más de la mitad lo miran a diario y la mayoría tiene más de un perfil en distintas redes.
-El sitio elegido depende de algunas variables: EL 63% de los niños que tienen perfil en alguna red social, eligen Bebo. Facebook es, para el 62% de los adultos que tienen perfil, el favorito.
-Existe cierta desavenencia en la percepción sobre el control parental en las redes sociales: El 2/3 de los padres dicen estar marcando las reglas, sólo 53% de los niños dice que es así.
1. CLASIFICACIÓN:
Dependiendo de actitudes y comportamiento, los usuarios de las redes sociales pueden clasificarse en:
• «Alpha Socialisers» – (minoría) Gente que usa los sitios sociales en intensos y cortos periodos de tiempo para flirtear, conocer gente nueva o entretenerse (Hombres, por debajo de los 25 años)
• Buscadores de Atención: (algunos) Gente que busca la atención y los comentarios de los demás, posteando fotos y personalizando sus perfiles.(Mujeres y adolescentes hasta los 35 años)
• Seguidores – (muchos) Gente que se une a sitios sociales para estar al día de las actividades de sus contactos en la vida real (Mujeres y hombres, de todas las edades)
• Fieles – (muchos) Gente que usa las redes sociales para recuperar amistades del pasado.(Hombres, mujeres, mayores de 20)
• Funcionales – (minoría) Gente que tiende a usar los sitios de redes sociales con un único objetivo, puntual (Hombres, mayores de 20)
-Los no usuarios también pueden clasificarse en distintos grupos, basados en las razones que se aducen para no utilizar estas Redes socialesl:
• Preocupación por la seguridad, reticentes a dejar datos personales online.
• Poca experiencia técnica, falta de confianza en el uso de computadoras e internet.
• Motivos intelectuales: Consideran las redes sociales como una pérdida de tiempo. La mayoría son adolescentes individualistas y seguros de sí mismos que pasan la mayor parte de su tiempo fuera de casa. Su teléfono móvil es, en mayor medida que el ordenador, fundamental en su vida social.
2. PRIVACIDAD, SEGURIDAD, son conceptos que han cambiado con la aparición de las redes sociales en internet:
No son, en principio, los asuntos que más preocupan a la gente en el estudio, a pesar de que los índices resultan relevantes:
-El 17% de los usuarios en general habla con gente que no conoce en la realidad. Más entre los 16 y 24 años (flirteo, dating). El 35% habla con «amigos de amigos» (Adult Media Literacy Audit 2008).
-Entre el 41 y el 44% dejan las opciones de privacidad en «default» (por defecto):
– El 25% de usuarios registrados en redes sociales decían haber dejado datos personales en sus perfiles (teléfono, dirección postal, email, etc…). Los adultos más jóvenes eran los que mostraban mayor tendencia a hacerlo (34%).
La investigación cualitativa mostró que los usuarios no eran conscientes de los riesgos asociados a este tipo de acciones, debido a distintos problemas o ideas preconcebidas:
• La privacidad y la seguridad son características de las que los sitios, las marcas en sí mismas, deberían preocuparse.
• Falta de confianza en la propia capacidad para gestionar las opciones de seguridad.
• La información sobre seguridad y privacidad no es fácil de encontrar en los sitios.
• Sentimientos de ser invencibles, propios de la juventud.
• Percepción sobre estos sitios como inofensivos en comparación con otros (banca por internet, etc….)
• Percepción de que este tipo de riesgos pueden ser afrontados con facilidad.
La investigación sugiere que la visión sobre el tema varía mucho entre adultos y adolescentes como usuarios, así como también entre éstos y el gobierno: Precisamente compartir detalles y comunicarse con los demás son las premisas de las redes sociales, así que puede ser hasta socialmente «sospechoso» que una persona no lo haga (creo que el concepto de «pudor» o lo que es socialmente correcto mostrar o no también son cosas que, afortunadamente, han cambiado mucho con la aparición de las redes y la vivencia diaria de la diversidad)
Boyd (2007) ilustró distintas estrategias de los adolescentes para protegerse, no de extraños sino de sus propios padres, como entrar detalles falsos en los perfiles, cambiar opciones de privacidad para que sea necesario haber aceptado a alguien como amigo si quiere ver nuestro perfil o mantener múltiples perfiles para distintos ámbitos.
Otras conclusiones interesantes de este informe de Ofcom son:
-La gente es consciente de la existencia de estos sitios pero no los identifican bajo el concepto de redes sociales sino con el nombre de la marca correspondiente.
-Los sitios más populares son Myspace, Facebook y Bebo (Facebook el más popular)
-Si realizamos una comparación internacional, UK y Canadá son los países con mayor implantación de las redes sociales, más que Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos y Japón.
3. MOTIVOS PARA EL USO DE LAS REDES SOCIALES:
-Diversión, llenar el tiempo de ocio: Para la mayoría, su uso no es meramente funcional: la recompensa emocional es alta y lo que busca la mayoría de los que participan en juegos y actividades en las redes sociales.
-Para los niños, una característica fundamental es el uso de formas de comunicación enriquecidas y lúdicas: Pokes, Fives, Love, son algunos de los nombres que reciben estas formas «gestuales».
–Postear, compartir fotos.
-Oportunidad para experimentar y jugar con la identidad. En general, las personalidades online de los usuarios son extensiones exageradas (mas libres y expansivas) de las reales. A pesar de la oportunidad de crear identidades alternativas, que permitan jugar distintos papeles, sólo una minoría de las mujeres más jóvenes reportó haber creado perfiles «de mentira» para jugar.
–Al extender sus redes sociales los usuarios pueden comunicarse con gente con la que comparten intereses o aprender de la diversidad de personas de distintas culturas. Ambos, serían principios fundamentales del «networking» social.
-Podemos leer, en estudios de Boyd, sobre el uso, por parte de adolescentes, de este tipo de sitios como lugares «seguros» desde los que poner a prueba situaciones difíciles offline: quedar, flirtear, construir el propio status social, decidir qué imagen mostrar. También el sentimiento de pertenencia a un grupo que nos presta atención se ve reforzado. Withers (2007) contrastaría el tema con la teoría de que aquellos que ya son competentes en «social skills», los más extrovertidos, son los que se benefician en mayor medida de las redes.
-Lenhart y Madden (2007) destacan cómo las redes sociales ayudan a los adolecentes a manejar sus amistades «en la realidad». Las chicas tienden a utilizar en mayor medida las redes en este sentido.
–El uso político, activista de las redes sociales, al contrario de lo que podría parecer, es ocasional y anecdótico.
En general, parece, según Livingstone (2007) que las tecnologías no llenan las necesidades y deseos de los adolescentes, cuyo concepto de amistad y de intimidad, tiene matices que ninguna red es capaz de captar.
El significado del perfil se completa con el de la red a la que pertenece y estos enlaces son los que generan las bases de la confianza (Livingstone, 2007) . En el mismo estudio, los adolescentes se presentan a sí mismos de forma distinta dependiendo de su edad: Los más jóvenes elaboran una identidad muy decorada, estéticamente elaborada, mientras que los mayores intentan crear una noción de identidad a través de las relaciones con otros. En ese sentido, hacer públicos algunos datos podría ser incluso contraproducente.
Los videoblogs refuerzan el sentimiento de comunidad, porque ayudan a que haya implicación emocional y ésto es imprescindible para la generación y mantenimiento de las comunidades.
He resaltado con negrita tres cuestiones que me parecen relevantes para abordar el tema de las redes sociales y su uso como instrumento que ayude al cambio social en los proyectos de desarrollo.
Está claro que aún las organizaciones que trabajan en este ámbito no se han implicado lo suficiente para usar estas plataformas potenciando las capacidades de interacción con miras a lograr cambios sociales y políticos.
Conocer otras personas (otros mundos), compartir intereses, implicarse emocionalmente … son las claves del trabajo comunitario en cualquier proyecto de desarrollo. Estas cuestiones se pueden potenciar usando las redes sociales y las posibilidades que ofrece la Web 2.0 … se trataría de construir cultura ciudadana desde la Red.
Traducción del Executive summary tomada del El caparazón. Viñeta: Máximo
Hace unas semanas escribía algunas reflexiones sobre las redes sociales y su importancia en la cooperación al desarrollo. Más allá del valor instrumental que tienen, se puede advertir en estas prácticas sociales, potenciadas por herramientas tecnológicas (web 2.0), la esencia de lo que nos configura como humanes: el reflejo en los otros de nuestra propia existencia.
Esta característica de vida social ha permitido el desarrollo de una dinámica de transformación inimaginable hace apenas unos siglos.
El circuito: Compartir – comunicar – innovar – validar – compartir – comunicar – … , genera explosiones creativas que, una vez se estabilizan, alcanzan nuevos estadios de desarrollo y abren nuevas oportunidades.
En el terreno de los proyectos de cooperación al desarrollo, aún no se vislumbran prácticas que permitan la visibilidad de los marginados, para que éstos pasen a ser sujetos activos de estos procesos de interconectividad y no simples consumidores de teléfonos móviles (por ejemplo) o reclamos publicitarios para que a través de una «buena y responsable empresa» se les done un regalito de navidad. En cualquier caso, no es un fenómeno exclusivo de los pobres y su pobreza, sino del conjunto de la sociedad de consumo, cuando de ciudadanos responsables mutamos y nos convertimos en consumidores fidelizados.
Siguiendo la pista de estas ideas que me vinculan con otros, vi en la bitácora Humanismo y Conectividad el ensayo de Isaac Mao, quien es un investigador de estos procesos y el co-fundador CNBlog.org, y creí oportuno difundirlo también por este medio.
Sharismo: Una revolución de la mente
Isaac Mao
Traducción : Emilio Quintana – www.nodosele.com
Con la Gente de la World Wide Web comunicando de forma más total y libre en la nueva red («social media»), a la vez que congregándose en un boom de contenido 2.0, se hace necesario estudiar más de cerca la dinámica interna de una explosión tan creativa. ¿Qué es lo que motiva a los que participan en este movimiento y qué futuro quieren crear? Hay un hecho clave: los que comparten están acumulando capital social y una superabundancia de respeto por parte de la comunidad. El factor clave que motiva la nueva red, y el núcleo espiritual de la Web 2.0, reside en un cambio en la forma de pensar que llamamos sharismo. El sharismo propone una reorientación de los valores personales. Lo vemos en el Contenido Generado por el Usuario. Es la promesa de Creative Commons. Está en los planes de las iniciativas culturales orientadas al futuro. El sharismo es también una práctica mental que cualquiera puede probar, una actitud socio-psicológica que busca transformar un mundo amplio y aislado en un Cerebro Social super-inteligente.
LA DOCTRINA NEURONA
El sharismo está codificado en el genoma humano. Aunque eclipsado por los muchos pragmatismos de la vida diaria, la teoría del sharismo funda sus bases en la neurociencia y su estudio del modelo de funcionamiento del cerebro humano. A pesar de que no sabemos completamente cómo funciona el cerebro en su conjunto, tenemos un modelo del mecanismo funcional del sistema nervioso y sus neuronas. Una neurona no es una simple célula orgánica, sino un procesador biológico eléctricamente excitable y muy poderoso. Grupos de neuronas forman redes ampliamente interconectadas que, mediante el cambio en la fortaleza de las sinapsis entre células, son capaces de procesar información, y aprender. Una neurona, al compartir señales químicas con las que la rodean, es capaz de integrarse en redes más significativas que la mantienen activa y viva. Además, esta lógica tan simple se repite y amplificada, ya que todas las neuronas funcionan básicamente según este principio de conectar y compartir. Por su propia naturaleza el cerebro es algo abierto. Una red neuronal existe con la finalidad de compartir actividad e información, y yo creo que este modelo cerebral debería inspirarnos ideas y decisiones sobre las redes de colaboración humanas.
Es decir, nuestro cerebro fomenta la idea de compartir por su propia naturaleza. Esto tiene profundas implicaciones sobre el proceso creativo. Allí donde exista una intención de crear, será más fácil generar ideas más creativas si se tiene en cuenta de forma rigurosa el proceso de intercambio («sharing process»). El proceso de formación de ideas no es lineal, sino que se parece a una avalancha de amplificaciones sucesivas a lo largo de la senda del pensamiento («thinking path»). Se mueve como una especie de bola de nieve creativa. Si tu sistema cognitivo interno fomenta el compartir, es posible gestionar una retroalimentación continua de felicidad («feedback loop of happiness»), que a cambio te ayudará a generar más ideas todavía. Es una especie de efecto mariposa, en el que una pequeña cantidad de energía creativa acabará volviendo hacia ti para hacerte, a ti y al mundo, más creativo.
Sin embargo, las decisiones que tenemos que tomar a diario tienen un componente bastante bajo de productividad creativa, porque hemos desactivado nuestras vías de intercambio («sharing paths»). Por lo general, a la gente le gusta compartir lo que ha creado, pero en una cultura que les dice que protejan sus ideas, la gente empieza a creer en el peligro de compartir. Esto lleva a una degradación del sharismo en la forma de pensar de la gente y a que no se fomente en la sociedad. Pero si somos capaces de animar a alguien a compartir, entonces sus vías de intercambio se abrirán. El sharismo estará presente en su mente como recuerdo y como instinto. Y si en el futuro esta persona debe enfrentarse a una opción creativa, elegirá la opción «Compartir».
Estos cambios mentales son demasiado sutiles para ser percibidos. Pero ya que el cerebro, y la sociedad, son un sistema conectado, la acumulación de estas micro-actitudes, de neurona a neurona y de persona a persona, resultará en un comportamiento observable. Es fácil ver si una persona, un grupo, una empresa o una nación están orientadas hacia el sharismo o no. En el caso de los que no lo estén, la defensa de lo que llaman «bienes culturales» y «propiedad intelectual» es tan solo una excusa del status quo con la que mantener una comunidad cerrada. Mucha de su «cultura» estará protegida, pero el resultado neto de toda esta política no es sino la pérdida directa de muchas otras ideas valiosas, y la subsecuente pérdida de todas las ganancias potenciales que se derivan de compartir. Este conocimiento perdido es como un agujero negro en nuestra vida, que puede acabar tragándose otros valores también.
Una cultura que no comparte («non-sharing culture») nos engaña con su absoluta separación de Espacio Privado y Espacio Público. Hace de la acción creativa una elección binaria entre lo público y lo privado, lo abierto y lo cerrado. Esto abre una brecha en el espectro del conocimiento. Aunque esta brecha tiene el potencial de convertirse en un espacio creativo valioso, la inquietud por la privacidad hace que esta brecha sea difícil de cerrar. No debería sorprendernos que, para sentirse seguros, la mayoría de la gente mantenga lo que podría compartir como privado y adopte una actitud «cerrada». Tienen miedo de que Internet genere una capacidad de abuso contra la que no puedan luchar solos. Sin embargo, la paradoja es esta: Cuanto menos compartes, menos poder tienes.
NUEVAS TECNOLOGIAS Y AUGE DEL SHARISMO
Volvamos a 1999, cuando solo había algunos cientos de bloggers pioneros en el mundo, y un número apenas diez veces mayor de lectores que seguían esos blogs. Siempre es igual en la Historia de la humanidad: algo importante estaba pasando, pero el resto del mundo aún no se había dado cuenta. El cambio hacia formas de publicación online fáciles de usar desencadenó una revolución tranquila («soft revolution») en tan solo cinco años. La gente hizo una transición rápida y cómoda de leer blogs a dejar comentarios y tomar parte en la conversación virtual, hasta darse cuenta después de que también podían ser bloggers ellos mismos. El aumento de los bloggers multiplicó el número de lectores, y el aumento de los lectores dio lugar a más blogs. La revolución fue viral.
Los bloggers generan continuamente información significativa en Internet, y se conectan entre ellos a través de RSS, hipervínculos, comentarios, trackbacks y referencias. La granularidad a pequeña escala del contenido permite cerrar determinadas brechas de experiencia y abrir de este modo una nueva etapa en la historia de la humanidad. Una vez que te has convertido en un blogger, una vez que has acumulado una gran cantidad de capital social en un espacio tan pequeño, es difícil dejarlo. No tiene sentido explicar este hecho a partir de una teoría de la adicción. Es un impulso que lleva a compartir. Es la energía de los memes que quiere distribuirse de boca a boca y de mente a mente. Es más que mandar un email. Es sharismo.
A los bloggers les gusta tener en cuenta el contexto social de sus entradas, preguntándose a sí mismos: «¿Quién va a ver esto?». Los bloggers son ágiles a la hora de ajustar el tono –y de configurar la privacidad- para anticiparse a las ideas y no tener problemas. No se trata de autocensura, sino de la expresión de un sentido común inteligente. Pero una vez que los blogs alcanzaron su punto crítico («tipping point»), se expandieron por la blogosfera. Esto hizo necesario un sistema de trabajo en red y una arquitectura para compartir contenidos de forma más sutil. Así, la gente ahora comprende que puede tener un mejor control sobre un amplio espectro de relaciones. Por ejemplo, Flickr permite a la gente compartir sus fotos ampliamente, pero con seguridad. Un nuevo usuario puede no estar familiarizado con la privacidad de Flickr, basada en marcar ciertas casillas, pero esto es una buena muestra del cambio mental que implica el sharismo. Marcando una determinada casilla podemos elegir entre compartir o no compartir. He podido observar personalmente cómo los fotógrafos iban estando cada vez más abiertos a compartir en Flickr, sin perder por ello la capacidad de elecciones flexibles.
La rápida emergencia de las aplicaciones sociales que permiten comunicar y cooperar, dejando que la gente pueda intercambiar contenido de un servicio a otro, está dando la posibilidad a los usuarios de introducir sus memes en un ecosistema interconectado. Esta interconectividad permite que los memes viajen a través de múltiples redes online, pudiendo alcanzar una amplia audiencia. Como resultado, un sistema de microconexiones de este tipo está haciendo de las plataformas sociales una auténtica alternativa a los medios de comunicación tradicionales. Estas nuevas tecnologías están haciendo revivir el sharismo en nuestra cultura cerrada.
PRACTICA LOCAL, GANANCIA GLOBAL
Si te ha ocurrido que has perdido tu sharismo por culpa de una mala configuración educativa o cultural, no es fácil recuperarlo. Pero no es imposible. Un ejercicio continuo puede llevar a una total recuperación. Puedes ver el sharismo como una práctica espiritual. Pero tienes que practicar todos los días. De otro modo, podrías perder el poder de compartir. Para siempre.
Es posible que necesites algo que te estimule, que te impida abandonarlo para volver a una forma de pensar cerrada. Aquí tienes una idea: pon un postit en tu mesa de trabajo que diga: «¿Qué quieres compartir hoy?» No estoy de broma. Así, si algo interesante te llega: ¡Compártelo! La forma más simple de empezar y mantenerse compartiendo es usar diferentes tipos de aplicaciones. El primer meme que quieras compartir puede ser poca cosa, pero es posible amplificarlo con las nuevas tecnologías. Engancha a alguna gente de tu red social e invítalos a una nueva aplicación. Al principio, puede no ser fácil darse cuenta de los beneficios del sharismo. La piedra de toque es ver si puedes mantener la retroalimentación que consigues al compartir. Te darás cuenta de que casi todas las actividades que implican compartir van a generar resultados positivos. La felicidad que obtendrás de este modo es solo la recompensa más inmediata. Pero hay otras.
El primer tipo de recompensa que obtendrás va a llegar en forma de comentarios. Así sabrás que has logrado provocar interés, apreciación, emoción. La segunda recompensa es el acceso a todo el material que tus amigos están compartiendo en sus redes sociales. Puesto que los conoces y confías en ellos, te va a interesar mucho más lo que están compartiendo. Ya con esto estás consiguiendo multiplicar la inversión del pequeño meme con el que empezaste a compartir. Pero el tercer tipo de beneficio es aún más espectacular. Todo lo que decidas compartir puede ser reenviado, puesto en circulación y republicado a través de las redes de otras personas. Este efecto cascada puede hacer que tu obra llegue a las masas en red («networked masses»).
Las mejoras en el software social están haciendo que la velocidad de diseminación sea la de un clic de ratón. Empieza a familiarizarte con tu yo sharista. Estás a punto de convertirte en popular, y rápidamente.
Llegamos así al cuarto y último tipo de recompensa. No solo tiene significado para ti sino para el conjunto de la sociedad. Si así lo decides, puedes permitir que los demás creen obras derivadas a partir de lo que compartes. Esta decisión puede dar lugar fácilmente a un efecto bola de nieve que resulte en más creaciones a lo largo de la senda de intercambio, por parte de la gente que está en los nodos clave de la red y que comparten contigo la misma pasión por crear y compartir. Después de muchas rondas de desarrollo continuo, una gran obra creativa puede surgir de tu decisión de compartir. Por supuesto, tendrás el crédito que solicites, y merezcas. Y está bien si lo que buscas es una recompensa económica. En todo caso, lo que seguro que vas a conseguir es algo tan importante como esto: Felicidad.
Cuanta más gente creativa participe en el espíritu del sharismo, más fácil será lograr unos medios de comunicación 2.0 bien equilibrados y equitativos hechos por la gente misma a su medida. Los medios de comunicación no serán controlados por ninguna persona concreta sino que residirán en la propia distribución de la red social. Los «shaeros» (Héroes del sharism) se convertirán de forma natural en los líderes de opinión de la nueva red. Los derechos sobre los medios de comunicación pertenecerán a todos. Tú mismo puedes ser productor y consumidor en un sistema de este tipo.
EL SHARISMO SALVAGUARDA TUS DERECHOS
Sin embargo, hay sobre la mesa muchos interrogantes sobre el sharismo como iniciativa en una nueva era. El más importante tiene que ver con los derechos de autor. Preocupa que cualquier pérdida de control sobre un contenido con derechos de autor pueda conducir a déficits perceptibles en el patrimonio personal, o simplemente a una pérdida de control. Hace 5 años, yo mismo habría dicho que se trataba de una posibilidad. Pero las cosas han cambiado. El entorno en el que se comparte está más protegido de lo que se piensa. Muchas de las nuevas aplicaciones sociales permiten configurar fácilmente los terminos de uso a lo largo de tu senda de intercambio. Cualquier violación de los términos puede ser perseguida no solo en los tribunales, sino por parte de tu propia comunidad. Tu público, que se beneficia de lo que compartes, puede convertirse también en la salvaguarda de tus derechos. Incluso si eres un defensor del copyright tradicional, la cosa no puede sonar mejor.
Es más, al ver todas las recompensas inmediatas y emergentes que puedes obtener compartiendo, es posible que llegues a darte cuenta de que te has olvidado de los derechos de autor y el «Todos los derechos reservados». Estarás demasiado ocupado disfrutando del compartir como para preocuparte de quién te copia. La nueva fórmula económica es: cuanta más gente remixe tus obras, más obtendrás a cambio.
Me gustaría señalar que el sharismo no es ni comunismo ni socialismo. Los comunistas duros que conocemos han abusado a menudo de la tendencia natural de la gente a compartir y los han forzado a ceder sus derechos, y sus propiedades. En nuestra experiencia, el socialismo, que tiende al comunismo, adolece también de la falta de respeto a esos derechos. Bajo ambos sistemas, el Estado es el poseedor de toda propiedad. En el sharismo, tú mantienes el derecho de propiedad, si así lo quieres. Pero a mí me gusta compartir. Y esa es la forma en que he elegido expandir mis ideas, y mi prosperidad.
El sharismo se basa totalmente en el consentimiento propio. No es un concepto difícil de entender, especialmente porque movimientos «copyleft» como la Free Software Foundation o Creative Commons llevan años funcionando. Estos movimientos están redefiniendo un espectro más flexible de licencias para que puedan etiquetar sus obras tanto los desarrolladores como los usuarios finales. Como las nuevas licencias pueden ser reconocidas tanto por humanos como por máquinas, cada vez es más fácil re-compartir obras en nuevos ecosistemas online.
EL ESPIRITU DE LA WEB, UN CEREBRO SOCIAL
El sharismo es el Espíritu de la Era de la Web 2.0. Tiene la consistencia de una epistemología naturalizada y de una axiología modernizada, pero también conlleva la promesa de una nueva filosofía en Internet. El sharismo pretende transformar el mundo en un Cerebro Social emergente: un híbrido interconectado de gente y software. Somos Neuronas en Red conectadas entre sí por las sinapsis del software social.
Esto supone un salto evolutivo, un pequeño paso para nosotros pero un gran paso para la sociedad humana. Gracias a las nuevas tecnologías «capilares» emergentes que brotan por todas partes, podemos generar mayor conectividad e incrementar el rendimiento de nuestros enlaces sociales. Cuanto más abiertos y fuertemente conectados estemos en tanto neuronas sociales, mejor será el entorno en que se comparte para todo el mundo. Cuanto más colectiva sea nuestra inteligencia, más sabias serán nuestras acciones. La gente ha encontrado siempre las mejores soluciones a través de la conversación. Ahora podemos hacer lo mismo totalmente online.
El sharismo será la política de la próxima superpotencia global. No será un país, sino una nueva red humana unida por el software social. Esto puede parecer un sueño lejano, e incluso es posible que una política de compartir bien definida no esté precisamente cerca. Pero las ideas de las que estoy hablando pueden mejorar los gobiernos desde ya. Podemos integrar nuestros sistemas democráticos actuales y emergentes con nuevas folksonomías (basadas en la indexación social y colaborativa de la información) para permitir que la gente se cuestione cosas, comparta datos y remixe información para su uso público. La inteligencia colectiva, en un gran entorno equitativo, en el que podamos compartir, puede ser la salvaguarda de nuestros derechos, y una estructura de control del gobierno. En el futuro, el diseño de las políticas podrá ser matizado con las micro-implicaciones de la comunidad que comparte. Esta «Democracia Emergente» funciona más a tiempo real que los períodos de sesiones parlamentarias. Igualmente incrementará el espectro de nuestras elecciones, más allá de las opciones binarias de «sí» o «no». La democracia representativa pasará a ser más oportuna y diligente, porque nos representaremos a nosotros mismos dentro del sistema.
El sharismo resultará en una mejor justicia social. En un entorno sano de intercambio, cualquier evidencia de injusticia puede ser amplificada hasta conseguir atraer la atención del público. Cualquiera que haya sufrido un abuso puede lograr apoyo auténtico e inmediato de sus amigos y de los amigos de sus amigos. Las reclamaciones de justicia se canalizarán a través de múltiples redes interconectadas. Usando estas herramientas, cualquiera puede conseguir un gran impacto social. A través de múltiples dispositivos y aplicaciones sociales, cada uno de nosotros se hace más sociable, al tiempo que la sociedad se hace más individual. Ya no tenemos que actuar solos.
La democracia emergente solo se hará realidad cuando el sharismo se convierta en una competencia básica («literacy») de la mayoría, el tipo de competencia que Howard Rheingold describe en su libro [1]. Puesto que el sharismo puede mejorar la comunicación, la colaboración y la comprensión mutua, creo que tiene también un lugar en el sistema educativo. El sharismo puede ser implementado en cualquier discurso cultural, CoP (comunidad de práctica) o contexto de resolución de conflictos. Es también un antídoto contra la depresión social, ya que no compartir supone un lastre que arrastra hacia abajo nuestra sociedad. En los países totalitarios de antes y de ahora, este ciclo descendente es aún más evidente. El mundo futuro será un híbrido de humano y máquina que generará mejores y más rápidas decisiones en cualquier momento, en cualquier parte. El flujo de información entre mentes se hará más flexible y más productivo. Estas amplias redes colaborativas dedicadas a compartir darán lugar a un nuevo orden social – una Revolución de la Mente.
[1] Howard Rheingold : http://en.wikipedia.org/wiki/Howard_Rheingold
Juan Freire ha publicado un artículo titulado: Redes sociales: ¿modelos organizativos o servicios digitales? En el artículo muestra cómo las redes sociales forman parte de nuestra propia naturaleza biológica y cultural. Somos seres sociales y formamos redes desde nuestros inicios evolutivos. A lo largo de la evolución de nuestra especie y del desarrollo histórico de nuestras sociedades, la estructura de estas redes ha ido cambiando.
En la sociedad contemporánea, gracias a la tecnología de la información y las comunicaciones, las organizaciones sociales adquieren nuevas tipologías (más abiertas y con mayor frecuencia de vínculos débiles) y escalas (tamaños de grupo mayores) abriendo posibilidades insospechadas de colaboración y producción colectiva.
De este modo las redes sociales pueden funcionar, y desarrollar proyectos para crear conocimiento, más allá de límites organizativos o institucionales. De hecho, la red constituye un nuevo paradigma social y económico en que nos hemos instalado en las últimas décadas del siglo XX y que ha sido denominado “Sociedad Red”.
La denominación de redes sociales que ahora ha sido cooptada por plataformas como Facebook o My Space reduciéndola a la prestación de servicios que facilitan mantener vínculos entre conocidos, ha sido usada desde hace mucho por los trabajadores sociales en el ámbito de las organizaciones comunitarias y de base. Es difícil encontrar un proyecto que no contenga la formación o consolidación de algún grupo comunitario, entre otras cosas para mejorar el capital social de la zona de actuación.
En el ámbito del trabajo social y en particular, en los proyectos de desarrollo, un “modelo Facebook” como red social y espacio colaborativo limita considerablemente las opciones de creación e interacción, por lo que parecen más interesantes alternativas basadas en modelos distribuidos de tecnologías para redes sociales (combinación “a medida” de herramientas de la web 2.0) que, por supuesto, requieren un nivel elevado de competencias digitales para poder gestionarlas e integrarlas. Es hora de que los proyectos de cooperación al desarrollo integren estas herramientas y las adapten a sus necesidades.
Muchos grupos comunitarios y de base son apoyados durante la ejecución de algún proyecto bajo esquemas antiguos (basados en charlas y más charlas interrumpidas por el teléfono móvil de los asistentes a las mismas), que una vez terminado el impulso que el proyecto brinda, languidecen en el olvido. Al final del proceso, la incapacidad de estos grupos para buscar en la relación con otros grupos, el apalancamiento social que requieren para demandar atención y hacer valer sus intereses, hace que se desperdicien muchos recursos y se erosione la esperanza comunitaria en el poder del trabajo solidario.
Hoy la tecnología adaptada a estas necesidades podría permitirselo a bajos costes, pero requiere de que en la formulación de estos proyectos se aprovechen las herramientas de las Web 2.0 para que se pongan en función de los intereses solidarios y democráticos.
Vínculos débiles entre organizaciones que permiten intercambios, mutaciones y desarrollo de capacidades para que las partes con las que se relaciona sean capaces de lidiar con los cambios del entorno.
Vínculos fuertes que hacen que sea posible que me sienta tan cercano de las miradas de otros como Saramago, quien a propósito de sus 86, reflexiona en voz alta:
Vivo, vivísimo
Intento ser, a mi manera, un estoico práctico, pero la indiferencia como condición de la felicidad nunca ha tenido lugar en mi vida, y si es cierto que busco obstinadamente el sosiego de espíritu, cierto es también que no me he liberado ni pretendo liberarme de las pasiones. Trato de habituarme sin excesivo dramatismo a la idea de que el cuerpo no solo es finible, sino que de cierto modo es ya, en cada momento, finito. ¿Qué importancia puede tener eso, si cada gesto, cada palabra, cada emoción son capaces de negar, también en cada momento, esa finitud? Verdaderamente me siento vivo, vivísimo, cuando, por una razón u otra, tengo que hablar de la muerte…